UMAI – Los consejos de Maimónides para la prevención de epidemias
(Moisés ben Mimón) (1135-1204)
(Filósofo y médico judío nacido en España.
Figura cumbre del pensamiento hebraico medieval.
Los israelitas lo consideraban como su Platón)
El médico ha sido siempre el más fiel y eficaz auxilio de la familia, a la cual por juramento debe servir con lealtad, eficiencia y oportunidad.
Cuando un médico se gradúa, presta el tradicional juramento de Hipócrates; pero hay otro juramento médico tan hermoso y tan noble como el de Hipócrates, aunque menos conocido:
LA ORACIÓN DEL MÉDICO HEBREO MAIMÓNIDES
“Señor, llena mi alma de amor por el arte y tus criaturas. No permitas que la sed de lucro y la ansiedad de gloria influyan en el ejercicio de mi profesión, pues como enemigos de la verdad y del amor al prójimo, fácilmente podrían alucinarme y apartarme del noble deber de hacer bien a tus hijos.
“Sostén las fuerzas de mi corazón para que siempre se halle presto a servir a ricos y a pobres, a amigos y enemigos, a buenos y malvados.
“Has que yo no vea en quien sufra sino al prójimo; que mi espíritu permanezca siempre claro junto al lecho del paciente, sin pensamiento alguno extraño capaz de distraerlo, para que recuerde todo cuanto la ciencia y la experiencia me hayan enseñado, pues son grandes y sublimes las investigaciones científicas cuyo objeto es conservar la salud y la vida de tus criaturas.
“Induce a mis enfermos a confiar en mí y en mi profesión; a obedecer mis prescripciones y consejos.
“Aleja de ellos la turba de charlatanes, de parientes y de intrusos, cuyas miles de opiniones, inspirados por la vanidad y por la presunción de saberlo todo, los hacen casta peligrosa que frecuentemente frustra las mejores intenciones del arte y conduce hacia la muerte de tus criaturas.
“Si los ignorantes me critican y me mofan, hazme una coraza de amor al arte que me conserve invulnerable para perseverar en la verdad a despecho del prestigio, de la edad y de la fama de mis enemigos.
“¡Dios mio! concédeme paciencia e indulgencia ante los enfermos tercos y malcriados. Hazme siempre moderado, insaciable solamente en el amor a mi ciencia; aleja de mí la pretensión de saber y de poderlo todo.
“Dame fuerza de voluntad y ocasión para acrecentar incesantemente mis conocimientos y descubrir en mi saber los errores ayer no sospechados, pues es grande el arte y en él puede penetrar más y más el espíritu del hombre”.
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