Vino y diabetes

El vino es una de las tradiciones más antiguas que tiene la humanidad.

Su descubrimiento se remonta a los tiempos más lejanos, y hasta la fecha resultaría imposible ennumerar todos y cada uno de los diferentes tipos de vinos que se han elaborado.

El concepto de vino ha variado un tanto, sobre todo en países donde no es costumbre el ingerirlo cotidianamente.

En algunos países de Europa se toma vino como beber agua, pero al parecer, ésto es debido a que la calidad del agua no es del todo pura, y por lo tanto les resulta preferible un buen vaso de vino, que un mal vaso de agua preparada.

Ésto, y el hecho de que se ha convertido ya en una rancia tradición, hacen del vino un complemento indispensable para las horas de comida.

Muchos son los dichos que los pueblos de todo el mundo han creado, ya sea para beneficio del vino o para difamarlo.

Uno de estos dichos enuncia que el vino, como el diablo, no debe ser bautizado, lo que significa que el vino debe tomarse puro, sin echar agua para no perjudicar su sabor ni sus propiedades.

Otra frase: ésta proviene de España, y dice que: El vino como el rey, y el agua como el buey, donde estipula que el vino debe tomarse con sobriedad para no caer en la flaqueza de la embriaguez; mientras que el agua se puede beber hasta la saciedad, sin que se noten los excesos.

Durante las épocas de los reyes, se creó un empleo especial que sólamente aquellos individuos que tenían la plena confianza del rey, podían ocupar; se trata del nombramiento de Copero Real.

La persona que ocupaba este cargo, debía estar siempre junto al rey en todas las ceremonias, con el fin de ser el primero en probar la copa llena de vino del rey, y no precisamente para que dictaminase si estaba sabroso o no dicho vino, sino para que el rey se diera cuenta de si el vino estaba envenenado o no.

Si el Copero permanecía de pie, sin morir, era señal de que el vino era propicio para ser bebido por el monarca.

(Según tradición oral de mi genealogía, un ascendiente mío fue copero real, y vivió muchos años. Murió de quién sabe qué, pero no de alcoholismo).

De este temor de los reyes a ser envenenados por sus enemigos, surgió el brindis con el consabido chocar de vasos o de copas.

Cuando dos reyes, rivales o no, se reunían para convivir o tratar asuntos de Estado, antes de brindar chocaban los tarros de vino, no para decirse salud, precisamente, sino para que al momento del choque, una parte del vino de un tarro cayera en el tarro contrario, y viceversa, con lo cual, si alguno de los dos tarros estaba envenenado, ambos reyes morirían irremisiblemente.

De esta tradición surgió el brindis que todos conocemos, y posteriormente, cuando las normas de educación impusieron que el vino era dañino por las mañanas, los amigos esperaban hasta que el reloj sonara las doce campanadas, anunciando el medio día.

De este modo, al llegar los primeros instantes de la tarde, ya era permitido tomar vino.  De ahí, la Hora del Amigo, que por lo común es poco después del mediodía.

Y vale la pena mencionar otra frase, mejor dicho, pretexto, que utilizan, o utilizamos cuando vamos a “echarnos” unos tragos, y se refiere a las horas y las copas:

“A las doce: una…  A la una: doce.


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