Entró a la cafetería donde habíamos quedado de vernos para saborear un delicioso néctar, doble carga, de esos que estimulan el nerviosismo, más conocido como café, pero que yo lo llamaría néctar para los dioses.
Venía muy pensativo y hasta un poco mal encarado.
Tuve que hacerle seña con la mano para indicarle que ahí estaba yo, esperándolo.
Llegó, jaló la silla, se sentó sin saludar, sin hablar y casi sin verme.
Cejijunto, demostrando preocupación y entrecerrados los ojos, tal pareciera que una infinita preocupación lo atormentaba, o que un dolor profundo le molestara hasta más allá de su alma, la cual adivinaba más pequeña que su espíritu.
-¿Qué le pasa, don Demos…?
-¿Eh…? ¡Ah, sí! –titubeó como despertando de un letargo- Nada, don Pobrelme.
-Lo noto preocupado.
-No del todo. Es que me siento un tanto defraudado.
-¿Y ahora? ¿Defraudado…? ¿Por qué…? Por quién…?
-Verá usted… –dijo señalándome con su delgadísimo dedo índice que mostraba pequeñísima uña afilada y cortante- y quisiera que me escuchara antes de darme su opinión.
Sorbí mi sabroso café doble carga que había dejado enfríar más de lo normal y me apresté a escucharlo, como a él le gustaba, pretándole toda mi atención.
-Tengo una radiograbadora que se escucha perfectamente cuando le pongo un disco compacto, o CD como le llama la mayoría de la gente. En eso, nada de problema.
-¿Y luego, don Demos…?
-Permítame, -dijo mientras pedía su cafecito cortado, pues le gustaba con leche para preservarse de un dolor gástrico. Una vez pedido el servicio, continuó-: Si a esa radiograbadora le sintonizo el radio, perfecto, se escucha perfecto, pero si le oprimo los botones para grabar un cassette, o caset, como le llaman, entonces hace un zumbido raro, algo así como “zzchtzz”.
-Pues llévela a un radiotécnico para que la revise, don Demos.
-Eso hice, precisamente: King Electronic´s. El nombre del lugar es apantallador y como es nombre extranjero, el subconsciente se inclina a pensar que vale la pena, y a lo mejor sí.
-¿No le hicieron bien el trabajo?
-Ah, el trabajo estuvo bien. Muy bien. Pero no acabo de comprender la sicología del comerciante, y menos aún la del cliente. En este caso, yo, que abusé de mi tontería.
-Ah caray, don Demóstentes. Algo grave debió haber sido para que usted mismo se acomode la etiqueta de tonto.
-Pues, juzgue usted: ¿Qué tiene mi radiograbadora?, -le pregunté al dueño del negocio. Y el dueño de King Electronic´s, me dijo que era cosa de un preamplificador.
¿Y, cuánto me costaría arreglarla?
-Pues no muy caro, más bien, barato. –
¿Y lo valdrá? –
-Sí, cómo no. Verá -me dijo-, hay unos preamplificadores de $40.00 y otros de $ 80.00. Creo que es preferible uno de $80.00 pues es de mejor calidad. Más o menos sobre ese precio.
Está bien, le dije, y me fui, dejándole mi radiograbadora para que la reparara, y dos días después, ya estaba lista.
-Chéquela, don Demóstenes, -me dijo el radiotécnico, dueño de aquella negociación.
Y la chequé, y sí, la verdad sí estaba bien, al menos ya no hacía “zzchtzz”.
-Muy bien, -le dije y como me había ido con la idea de que no $40.00 sino $80.00 costaba la refacción, ese valor se quedó danzando en mi mente, y que le extiendo un billete de $ 100.00, el cual recibe y me dice con una cierta sonrisa: “Ya contando mi mano de obra, serían $ 150.00 pesos”. Y tuve que pagarlos, porque nunca me quedó muy claro, cuando le pregunté el costo de la reparación, si esos $80.00 era el pago total o sólo un pago parcial. Nunca mencionó lo de la mano de obra, y pienso si no será un ardid muy bien estudiado para retener incautos, como lo fui yo.
Suspiró y quedó mirando profundamente su imagen flotando en la superficie de ese café cortado que ya empezaba a enfriarse más de lo debido, por lo que mejor preferí hacer mutis y alejarme del lugar, después de pagar mi parte correspondiente por mi consumo, y dejar a don Demóstenes tratando de comprender todavía en dónde había estado el error de no insistir en saber cuánto iba a ser el total de la reparación de su radiograbadora, y esperando que esa amarga experiencia, o tontería, le haya servido de lección.
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NOTA: Don Demóstenes es el personaje central de mi novela seudocómica VENTURAS Y DESVENTURAS DE UN CIUDADANO DECENTE Y HONRADO.
Pronto abriré un espacio en este blog para publicarla fragmentadamente.
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Sencillo. No hay pierde. Muchas gracias.
Espero que algunas publicaciones cumplan su función de alegrarte un poco el día. Hasta pronto.
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