Diferencias entre al ajo español y el ajo chino | Gastronomía & Cía

      ¿QUIEN TIENE LA CABEZA LLENA DE DIENTES?

      ¿USARIAS UN COLLAR DE VARIAS CABEZAS?

      ¿A CUÁLES DIENTES LE TIENE  MIEDO EL LEGENDARIO DRÁCULA?

      El ajo es, sin duda, uno de los alimentos indispensables en todas las cocinas del mundo, tanto por ser un condimento exquisito, como por sus propiedades milagrosas.

      La llamada “cabeza”, es el bulbo o raíz de la planta de ajo, y esta “cabeza” está compuesta de seis a doce bulbillos, en forma de gajos, conocidos como “dientes”, por lo que puede asegurarse que el ajo tiene “la cabeza llena de dientes”.

      Existen más de 200 especies de esta planta, siendo la más conocida el ajo común, cuyo sabor es áspero y picante al gusto y al olfato.

      Muchos botánicos aceptan la teoría de que el ajo es originario de Europa Meridional, aunque otros hombres de ciencia afirman que esta planta la utilizaban ya los chinos, desde el siglo VI, antes de nuestra Era, en sus sofisticados platillos.

      De cualquier forma, el ajo se utiliza en todo el mundo en todas sus variedades, siendo las más conocidas el llamado ajo rosa temprano, el rojo de los provenzales, el ajo blanco y el ajo pardo.   Todos estos tipos de ajo se cultivan y prosperan en casi todos los climas, ya que los insectos lo atacan muy poco, porque su olor es muy fuerte y los ahuyenta.

      Las formas de comer los ajos son muy variadas, ya que gustan crudos, asados, en tortilla, en escabeche, en vinagre, fritos y hervidos.

      Las cabezas de ajo curadas se emplean para preparar exquisitos estofados.

      Los dientes de ajo machacados, dan como resultado sabrosas salsas y ensaladas.

      Y los ajos rallados, se utilizan para sasonar rebanadas de pan tostado y hacerlos más estimulantes.

      Además de los múltiples usos que el ajo tiene en la cocina internacional, se le utiliza también, con magníficos resultados en la medicina casera; por lo que se afirma que los dientes son curativos.

      Conocidas son las propiedades diuréticas, espectorantes y antiescorbúticas del ajo, además de que lo mismo produce que quita la fiebre.

      El ajo machacado y con miel lo recomiendan los entendidos para aminorar el reumatismo.

      El jarabe de ajo es espectorante.

      Asímismo, se dice que el ajo mata las lombrices intestinales, y que también preserva contra fiebres malignas, cólera y garrotillo.

      Untado en la piel es excelente contra picaduras de insectos ponzoñosos, aunque también se le utiliza en esta forma contra la tiña, la sarna y los callos.

      Por último, aspirando las vaporizaciones del ajo hirviendo, podemos tener la certeza de que así matamos diferentes gérmenes nocivos para la salud.

      Por sus asombrosas propiedades, el ajo ha incursionado en la ciencia, la historia, la leyenda y la superstición.

      La Biblia dice que cuando los hebreos permanecieron 40 años en el desierto, comiendo el maná del cielo, recordaban el pescado que comían en Egipto, los pepinos, los puerros, los melones, las cebollas y los ajos.

      Así también se dice que cuando el diablo, malignamente hizo comer del fruto prohibido a Eva, y ésta a Adán, Dios hizo que del pie derecho de Satanás brotaran cebollas, y del pie izquierdo crecieran ajos.

      (Y EL DIABLO, ENTONCES, SE FUE ECHANDO AJOS Y CEBOLLAS)

      Plinio decía que si se le mostraba una cabeza de ajo a una  serpiente a punto de morder, ésta prefería huir a toda prisa en busca de una presa más desprevenida.

      Louis Diat, famoso cheff de cocina internacional, decía que en el mundo hay cinco elementos dignos de alabarse: la tierra, el aire, el fuego, el agua y el ajo.

      Ulises, el héroe legendario de la Odisea, se salvó de ser convertido en cerdo por la maléfica Circe, gracias al poder del ajo.

      Aristóteles recomendaba el ajo contra la hidrofobia, y también para purificar la sangre cada primavera.

      Y la ciencia popular dicta que si se frota con ajo la dentadura de un caballo, éste recuperará el apetito.

      Se cree, también, que un racimo de ajos a la puerta de la casa, ahuyentará la mala suerte y dará dicha y felicidad a sus moradores.

      Entre los musulmanes existía la creencia de que usando un collar de cabezas de ajo, por la noche, antes de ir a la cama, se ahuyentaban los vampiros, lo cual quiere decir que, si en lugar de una estaca de madera, se utilizaba un racimo de ajos, nada habría que temerle a aquel personaje de ficción, que aterra nuestros sueños infantiles: Drácula, el cual, suponemos, debe saber que los dientes de ajo son más poderosos que sus grandes y puntiagudos colmillos.

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