¿SABÍA USTED QUE UN CABALLO LLEGÓ A SER CÓNSUL?
¿QUE OTRO CABALLO ASOLÓ EL AFRICA Y EL ORIENTE?
¿QUE UN CABALLO GANÓ UNA BATALLA?
¿HAY CABALLOS DE MADERA?
Ningún otro animal ha influído tanto en la historia de las naciones, como el caballo.
Innumerables destacados personajes han galopado gloriosamente por la historia. En la mitología aparece un caballo con grandes alas blancas, llamado Pegaso, que lleva por los aires a su amo: Perseo.
Don Quijote de la Mancha, sobre el escuálido Rocinante, va al encuentro de sus ideales.
Y Clavileño, caballo de madera conque unos duques le gastan una broma al mismo Don Quijote de la Mancha.
San Jorge, jinete en su brioso corcel y lanza en ristre, da muerte al dragón que simboliza al demonio.
Y uno de los Reyes Magos: Gaspar, monta a caballo para seguir la estrella de Belén.
Los espartanos ganan una batalla construyendo un gigantesco caballo de madera y en su interior ocultan un regimiento, con el que conquistan Troya, y a ese se le conce como El Caballo de Troya.
Nadie podía montar al caballo Bucéfalo, hasta que Alejandro Magno, siendo niño todavía, decidió hacerlo y doblegó al rebelde animal, que fue desde entonces su montura.
El Emperador Calígula nombró cónsul del Senado a su caballo Incitatus, en quien tenía más confianza que a sus amigos; por lo que la caballeriza era toda de mármol, y sus techos y paredes lucían incrustaciones de oro y marfil.
El Cid Campeador, ya muerto, ganó su última batalla montado en su fiel caballo Babieca.
El bárbaro conquistador Atila hizo famoso su corcel con esta frase: Donde pisa mi caballo no vuelve a crecer la hierba.
Al glorioso libertador Simón Bolívar se le representa siempre en estatuas ecuestres, porque su bridón fue el mejor aliado de sus victorias.
Y el apóstol cubano José Martí murió montando su hermoso caballo blanco El Angel Guardián, en su heróica lucha por su Patria.
La historia de México registra caballos famosos durante la conquista de nuestra nacionalidad, como el tordillo de don Miguel Hidalgo y Costilla.
El corcel palomo de don José María Morelos y Pavón.
El caballo prieto de Emiliano Zapata.
El caudillo del sur y los impetuosos cuacos charros de Francisco Villa, que lo hicieron famoso como El Centauro del Norte.
Interminable sería nombrar a todos los caballos mexicanos famosos, pero no podemos olvidar a Arete, que montado por Humberto Mariles dio a México la primera Medalla Olímpica de Oro.
Como ya se ha dicho, el caballo es el animal que más ha contribuído a evolucionar tanto la vida activa de las naciones como sus técnicas de guerra y sus deportes.
La antigüedad del caballo se remonta a 60 millones de años.
Fué conocido en América, donde inexplicablemente se extinguió, hasta la llegada de los conquistadores españoles.
Como se sabe, hay caballos de todas las alzadas: desde los pequeños ponies ingleses y el petiso argentino, logrado por cruzas, hasta reducirlo a 46 centímetros de altura.
En contraste con los vigorosos caballos árabes, los pura sangre de Inglaterra y los gigantescos percherones, que llegan a medir hasta 1.80 m. de alzada, y pesan más de una tonelada.
Así, hay también caballos de variadas pintas, que van desde el negro retinto, el alazán, el bayo, el dorado, el tordillo y el sabino, con sus múltiples variaciones.
¿De qué color era el caballo blanco de Napoleón? dice un acertijo, y todo mundo contesa que blanco. La mayoría de los caballos que son comúnmente designados como blancos, son en realidad caballos grises, cuyo pelaje es completamente blanco.
Don Carlos Rincón Gallardo, Marqués de Guadalupe, apóstol de la Charrería en México, opinó alguna vez que el caballo debe ser fuerte, nervioso, ancho de anca, chaparrón, musculoso, ligero y suave de boca, lo que lo hace idóneo para las faenas y suertes de la equitación mexicana.
Y no hay que olvidar los caballitos de madera que, a los viejos ahora, nos traían los Reyes Magos cuando fuimos niños.
Ni las escobas convertidas en caballos, también en nuestros años niños.
Ni los caballitos de madera, trotando en círculos en el famoso “tiovivo”, o carrusel, más y mejor conocido como “los caballitos” de las ferias de corte antiguo.
Ni los “caballitos de mar“, que no tienen nada que ver con los equinos a que nos estamos refiriendo.
rafael riquelme nesme
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