Simbad, el Marino

Posted on octubre 13, 2020by Rafael Riquelme Nesme Edit”Simbad, el Marino”

Simbad el marino (personaje) | Doblaje Wiki | Fandom

Como en todas las historias antiguas, no se sabe a ciencia cierta si el personaje Simbad, el Marino fue real o inventado por la fantasía.  Sin embargo, sus aventuras son maravillosas.

      Dice la leyenda que cuando Simbad se hizo a la mar para obtener fortuna, era un hombre joven, fuerte y bien parecido (nada que ver conmigo). Pero, poco tiempo después de haber zarpado, su nave quedó varada cerca de una pequeña isla, en la cual desembarcaron.   Cuando hubieron pisado tierra, lo que él y la tripulación creyeron suelo firme, no era más que el lomo de una ballena.  Ésta, al sentir sobre su lomo la molestia de quienes la pisaban, se hundió en las aguas, dejando a los navegantes al garete.

      Simbad logró asirse a un grueso tablón, y empujado por las aguas llegó a una isla verdadera. Cansado, hambriento y con sed, se tumbó entre la maleza de una tupida vegetación, junto a una gran bola blanca que había oculta entre los árboles.

      Apenas empezaba a quedarse dormido, cuando un fuerte ruido extraño lo despertó.  Era un inmenso pájaro Roc que descendía hacia su nido, donde Simbad se había acostado, junto a aquella bola blanca que no era otra cosa que un huevo que estaba empollando el ave colosal.

      Simbad quedó prisionero bajo el enorme peso del ave Roc, y al dia siguiente, cuando el ave emprendió el vuelo, una de sus garras se enredó en las ropas del marino, llevándoselo consigo a grandes alturas.

      Posteriormente, el ave Roc descendió en un valle, aislado del resto del mundo por altísimas montañas. Simbad desprendió sus ropas y se alejó del peligro tan rápido como pudo, y cuando ya tranquilizado pudo curiosear por los alrededores, se dio cuenta de que se encontraba en el Valle de los Diamantes.

      Lleno de alegría, Simbad empezó a llenar sus bolsillos de piedras preciosas, y su gran regocijo se tornó en terror cuando se dio cuenta de que el Valle en que estaba, se encontraba invadido por serpientes. Arrastrándose, logró llegar hasta una cueva; cerró la entrada con una gran piedra y permaneció ahí toda la noche, oyendo el silbido de las serpientes.

      Al despuntar la mañana, las serpientes se alejaron, temerosas tal vez del ave Roc, y entonces Simbad salió de su escondite.  No acababa de hacerlo cuando fue golpeado por un pedazo de carne, que algunos hombres tiraban desde la altura de la montaña, para que ahí se pegaran las gemas y lograran recobrar algunas de ellas.

      Ni tardo ni perezoso, Simbad recogió un buen pedazo de carne, se la ató a la espalda y esperó, hasta que llegó un águila, agarró la carne junto con Simbad, y se los llevó a su nido, sobre los picos de las montañas.

      Los hombres llegaron hasta el elevado nido, asustaron al águila, cogieron la carne y encontraron a Simbad, el cual se felicitó por haber salido ileso de tal aventura.  Entre todos se repartieron los diamentes recogidos tanto por ellos como por Simbad, y se alejaron del lugar hacia la playa, a donde aquellos hombres tenían su embarcación, y se hicieron a la mar.

      Todo marchaba perfectamente, pero al pasar por la isla desierta donde estaba el nido del ave Roc, los hombres descendieron de la embarcación y fueron a romper el enorme huevo.

      En represesalia a ello, el Roc los atacó.  Los hombres abordaron la nave y trataron de huir, pero cuando se encontraban en alta mar, el gigatesco Roc dejó caer desde gran altura una inmensa roca que echó a pique la embarcación.

      Los hombres murieron ahogados, menos Simbad que nuevamente, por fortuna, logró llegar a la isla, donde un extraño anciano le pidió que lo llevara a cuestas a través de un rio.

      Simbad, que era de buen corazón, accedió y, una vez que hubo cargado sobre sus hombros al anciano, éste apretó fuertemente las piernas sobre el cuello de nuestro aventurero personaje, hasta que se desmayó por faltarle la respiración.

      Durante varios dias hubo Simbad de llevar a cuestas al anciano, hasta que el marino pensó una treta para desprenderse de él: hizo  vino con algunos racimos de uvas y fingió que lo iba a beber, pero el anciano, codicioso, se lo quitó y él se lo tomó.   El efecto no se hizo esperar: el anciano se embriagó, soltó el cuello de Simbad y sólo así logró éste liberarse.

      Luego supo Simbad que él era el único que había logrado salir con vida de la maldad del anciano, por lo que dio gracias al destino.

      Y, una vez que regresó a Bagdad, su tierra natal, decidió abandonar las aventuras y radicar en un cómodo y lujoso palacio que se mandó construir, y en donde vivió, tranquilo, por muchos años.

Muchas y apasionantes son sus aventuras, y más apasionantes si las lees en una versión completa.  Te recomiendo que leas las “Mil y Una Noches”. No te vas a arrepentir.


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