Los gatos – 5 de 6

¿HAY GATOS MARINEROS?

¿LOS GATOS SON DIABÓLICOS?

El humilde minino, que hoy consideramos un simple cazador de ratones, en la antigüedad fue considerado tanto un venerable dios, como un terrible mensajero diabólico, o un ser de poderes sobrenaturales.

En Egipto, aquella persona que se atreviera a matar a un gato era castigada con la pena de muerte, ya que según los ritos, los sagrados felinos propiciaban fecundas cosechas.

El gato también tenía carácter divino entre los pueblos indígenas de México.  Nada menos, la principal deidad de los tlajomulcas era Teopilzintli, dios niño con un gato junto a él (posiblemente se tratara de un gato montés o alguna variedad de ocelotl).

En el antiguo libro de ritos chinos Li-Ki, se asegura que el gato es el mejor protector de los hogares contra los malos espíritus. Por eso, desde tiempos inmemoriales, y aún en la actualidad, es frecuente ver figuras de gatos en los tejados de las casas de ciudades y poblados chinos, como amuletos.

En Grecia, el gato era el símbolo de fertilidad y el historiador Plutarco aseguraba que las gatas tenían hijos de acuerdo con las fases de la luna.

En Europa, durante la Edad Media, se consideraba a los gatos especialmente a los negros, tenebrosos aliados de Satanás.  Y se creía firmemente. también, que las brujas, para asistir a sus desenfrenados aquelarres, tomaban la forma de sombríos gatos.

la tradición, en Rusia, ha consagrado al gato como un fiel guardián del Paraíso, que impide el paso del demonio.

En cambio, en Africa, de donde el gato es originario, se considera que los eclipses lunares se deben a que la luna es devorada por estos mágicos felinos, y por lo tanto, para evitarlo, se ofrecen a los gatos, cada determinado tiempo, verdaderos banquetes.

Cuando se corona al Rey de Siam, el ceremonial exige que esté presente un gato blanco.

En el Japón, los pescadores nunca se hacen a la mar sin un gato, ya que creen que el minino aleja los espíritus indeseables. Y esta costumbre aún se sigue en los transatlánticos modernos, que en sus travesías siempre llevan varios gatos a bordo, no sólo contra los roedores, sino como infalibles mascotas.

Una de las características más notables del gato, es su sentido de independencia.  Tal vez, debido a ésto, el gato fue, en Suiza, un emblema de libertad.

Y así mismo, los holandeses, al lograr su independencia, eligieron al gato como su insignia patria.

El gato figuraba igualmente en el escudo de armas de la Primera República Francesa.

El gato ha sido el animal favorito de famosos personajes históricos:

El célebre poeta Petrarca hizo embalsamar a su gato, al que consideraba el único ser en el mundo que supo consolarle amorosamente por la pérdida de su amada Laura.

Madamme Stäel denominó al gato: El animal de los bellos modos.

El escritor Chauteaubriand amaba tanto a los gatos, que recibió como herencia del Papa León XII su gato Miceto, nacido en el Vaticano.

Muchos otros artistas han demostrado especial predilección por los gatos.

Profetas como Mahoma, quien acostumbraba llevar en la manga de su túnica a su gato consentido Muezza.

Célebres escultores, como Benvenuto Cellini y Augusto Rodin.

Notables pintores, como Rembrant, el Tintoretto, Toulousse Lautrec, Picasso y Federico Baroccio, una de cuyas obras maestras se considera La Madona del Gato.

Mención aparte merece el gran Leonardo Da Vinci, inmortal autor de la Mona Lisa, quien pintó innumerables cuadros que representan a la Virgen y al Niño, en los que incluye a un gatito.

Los compositores Franz Shubert, y el rey del vals, Johann Strauss también tuvieron como inseparables acompañantes a mimosos mininos.

Lo mismo, varios de los más famosos novelistas han sido muy afectos a los gatos.

Entre ellos figuran, nada menos que, Alejandro Dumas, Honorato de Balzac, Emilio Zolá, Teófilo Gautier, Pierre Loti, Jean Cocteau, y la autora Colette.

Finalmente, no podemos olvidar la predilección casi enfermiza por los gatos, del escritor norteamericano Edgar Allan Póe, cuyo fiel gato negro fue compañero de todas sus miserias y le inspiró su impresionante cuento: El Gato Negro.

Se asegura que, cuando Edgar Allan Póe murió, el gato siguió el ataúd, y noche a noche maulló desgarradoramente sobre su tumba, como único homenaje que el infortunado novelista recibió.


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *