Los placeres que la naturaleza nos da

Fuedicho on Twitter: ““El hombre superior ama su alma; el hombre … LIN YUTANG

Érase que se era un hombre que llegó hasta Dios y se quejó:

-Este planeta no es bastante para mí: quiero un cielo de perladas puertas.

Y Dios señaló primero a la luna en el cielo, y le preguntó si no era un buen juguete, y él sacudió la cabeza.

-No quiero mirarla siquiera.

Entonces Dios señaló a las colinas azuladas, en la distancia, y le preguntó sI no tenían hermosas líneas.

-Son vulgares y ordinarias.

Dios le mostró los pétalos de la Orquídea y el Pensamiento, y le pidió que extendiera los dedos y tocara la ateciopalada superficie, y le preguntó si no eran exquisitos los colores.

-¡No! ¡No lo son para mí!

En su infinita paciencia, Dios lo llevó a un acuario y le mostró los gloriosos colores y formas de los peces hawaianos.

-No me interesan.

Dios lo llevó entonces bajo un árbol umbrío y ordenó que soplara una fresca brisa y preguntó si no era deleitable aquello.

-No me hace impresión alguna.

Después Dios condujo al hombre a un lago en la montaña y le mostró la luz en el agua, el sonido de los vientos que silbaban en un pinar, la serenidad de las rocas y los bellos reflejos en el lago.

-Todavía no me has complacido.

Con la idea de que esta criatura suya no era de temperamento tranquilo, y quería vistas más excitantes, Dios lo llevó a lo alto de los Andes; al Gran Cañón de Colorado; a cavernas profundas y a las nieves del Himalaya.

-Qué aburrimiento.

Dios y hombre fueron a los Picos de Granito de los Montes Amarillos y a la pasmosa Catarata del Niágara, y le preguntó si Dios no había hecho todo lo posible por hacer hermoso este planeta por deleitarle los ojos y los oídos.

-Yo quiero un cielo de perladas puertas.  Este planeta no es bastante para mí.

Entonces Dios se molestó y le dijo:

-¡Presuntuoso!: ¡De modo que este planeta no es bastante para tí?  Te enviaré, pues, a un Infierno, donde no verás el paso de las nubes, ni la flor de los árboles, ni escucharás el canto de los manantiales, y por siempre jamás vivirás allí, hasta el fin de tus días.

Y Dios le envió a vivir en un departamento de la gran ciudad.

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