Miguelina Cobián

DESCANSA EN PAZ

1º de diciembre de 2019.

Día de Luto Nacional en Cuba.

Ha fallecido Miguelina Cobián Hechavarría.

Una Gloria Nacional del Deporte, cuyo nombre y triunfos están inscritos en el Salón de la Fama de aquel país.

Allá, a finales de los años ochentas y principios de los noventas, procedentes de Cuba, estuvieron en nuestro país, en distintos estados, un buen número de deportistas destacados en diversas especialidades.

A Xalapa, donde yo vivía por aquel entonces, llegó, junto con otros deportistas, Miguelina Cobián Hechavarría, misma que conocí por medio de mi amigo, el doctor Armando Arreguín.

Ella era la única mujer de la comitiva deportiva, entre los que se encontraba Conrado (levantador de pesas), Rafael (natación) y otro (boxeador), y otro más, cuyos nombres no recuerdo pues fue muy relativo el trato con ellos.

De hecho, nuestra relación más próxima fue con Miguelina y Conrado.

Excelentes personas. Amigables, divertidos, y muy entusiastas.

Él, Conrado, enseñaba su arte y sus métodos a deportistas mexicanos.

Ignoro el por qué, el cómo fue que esos destacados gimnastas cubanos llegaron a nuestras tierras, ni qué convenios existieron para que permanecieran aquí.

Felizmente estuvieron, y felizmente tuve el gusto y el honor de conocerlos.

Miguelina, “la gacela oriental” ya no era tan espigada como cuando triunfó en las Olimpiadas México 68, pero aún conservaba esa energía, fuerza y ligereza, además de sus técnicas aprendidas durante su trayectoria.

Y guisaba… ¡Mmmh!, delicioso. Y era espléndida para servir.

Recuerdo que en varias ocasiones, al servirme un suculento plato de congriz, también conocido como “moros y cristianos” y que no es otra cosa más que arroz con frijoles pero preparados de una manera tan especial que saben a gloria.  Pues bien, al servirme el suculento plato de congriz, me quejé diciéndole que no le pusiera tanto, que eran mucho, me miró con unos ojos llenos de reproche, y me dijo:

-Tú, tlágatelo. No sabes cuándo te pueda faltar.

No tuve más remedio que hartarme, porque cuidado que intentaras dejar parte del platillo.

En otra ocasión, en una antojería, Armando le dijo que si quería unos tacos, Miguelina le preguntó:

-¿Tacos? De qué son?

-Tacos al pastor –le aclaró Armando.

-¿Al pastor alemán? –cuestionó Miguelina un tanto estupefacta. No los conocía.

Pasó el tiempo. Se acabó el contrato que tenían de intercambio y permaneció en Xalapa, un poco auspiciada económicamente por Armando y complementando su ingreso como cocinera en un restaurante, pero suspirando por su amada Cuba, a donde regresó, con la intención de volver a nuestro país algún día.

Le dijimos, no adiós, sino hasta pronto.

Al cabo de pocos años quiso salir de Cuba para venir a México, pero el primer mandatario, en aquel entonces, Fidel Castro Ruz, le negó el permiso, aduciendo que no podía dejar irse de su país a una gloria nacional, cuyo nombre y trayectoria estaban inscritos en el Salón de la Fama.

Miguelina y Fidel tenían muy buena relación de amistad, pero no fue suficiente para lograr su cometido.

Tuvo que desistir de su empeño de emigrar y dejé de verla para siempre jamás.

Te extraño, querida amiga. Descansa en Paz.

Tu siempre amigo: rafael riquelme nesme.


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